Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100258
Legislatura: 1889-1890
Sesión: 24 de enero de 1890
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués de Barzanallana.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 77, 1291.
Tema: Gobierno de S. M., significación política, economías, preterición de los ex Presidentes del Senado en las consultas de S. M. la Reina, etc.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Como comprenderá el Sr. Marqués de Barzanallana, no he podido oír sin sentimiento alguna de sus palabras, porque estaba muy lejos de mí el pensar que el no haber contado con los ex Presidentes del Senado para que S. M. la Reina pudiera consultarles podía lastimar en manera alguna al Senado, y mucho menos establecer antagonismos entre la parte electiva y la parte vitalicia, ni eso tiene nada que ver con la organización del Senado. La razón que yo daba para que fueran los ex Presidentes del Congreso, era que habían sido elegidos por aquella Cámara, y esto suponía, siendo la Cámara de origen popular, nombrada por elección popular, que habían tenido alguna vez mayoría; y si los Presidentes del Senado pudieran ser elegidos por el Senado, fuese por la parte electiva o por la parte vitalicia, hubiera pasado con los Presidentes del Senado lo mismo que con los del Congreso.

No hay absolutamente relación ninguna entre que hayan sido o no consultados los ex Presidentes del Senado, y el antagonismo que supone S.S. que eso puede establecer entre la parte electiva y la parte vitalicia.

Yo declaro a S.S. que, aparte de esta consideración, si hubiera sabido que S.S. podía tener siquiera el más pequeño disgusto por esto, hubiese aconsejado a S. M. que tuviera también en cuenta a los ex Presidentes del Senado; no lo creí necesario, lo declaro.

De todos modos, yo siento mucho que se dé esta importancia que se quiere dar aquí a cosas que, en mi opinión, no la tienen; porque en cuanto a los respetos que el Senado merece y a su actual organización, yo declaro que es buena, que el Gobierno no piensa tocar a ella, y que se opondría a cualquiera que tal cosa intentara. Hasta tal punto es buena, que ya sabe el Sr. Marqués de Barzanallana, mejor que yo, porque en esas cosas, como en todas, es más entendido que yo, que la organización actual del Senado la envidian otros países, y que hay Nación que ha tomado todos los datos necesarios para ver si poco a poco puede transformar el Senado y darle la organización que tiene el Senado español.

Por lo demás, comprenderá el Sr. Marqués de Barzanallana que porque no hayan sido consultados por S. M. los ex Presidentes de esta Cámara no se ha de alterar en poco ni en mucho la unidad absoluta que debe existir entre Senadores vitalicios y Senadores electivos; porque aquí, dentro del Senado, no hay más que Senadores de la Nación, con iguales derechos y con iguales prerrogativas.

Siento, pues, haber dado este disgusto al señor Marqués de Barzanallana, a quien sabe que he guardado siempre grandísimas consideraciones, y a quien tengo muchísimo cariño; y siento que nadie puede creer que al no haber aconsejado a S. M. que llamara a los ex Presidentes del Senado, como aconsejé que llamara a los del Congreso, ha habido una ofensa para esta alta Cámara, puesto que nada ha estado más lejos de mi ánimo, y protesto en absoluto contra cualquiera que me atribuya semejante intención, porque todos los Sres. Senadores saben cuáles son mis propósitos, cuán grande es mi cuidado por guardar al Congreso y al Senado las mismas consideraciones e iguales respetos, y no había de haber hecho una [1291] excepción en el caso a que el Sr. Marqués de Barzanallana se ha referido. [1292]



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